MANIFIESTO 1º DE MAYO 2021 – GRANADA
¡A la calle! Por la recuperación de los derechos laborales y sociales

Otro año más con motivo del 1º de Mayo, los sindicatos de clase combativos CGT, SAT y USTEA aunamos nuestras fuerzas y salimos a la calle en defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, poniendo en el centro de la movilización reivindicaciones como la derogación de las reformas laborales, de la ley mordaza, por las pensiones públicas, por la reducción de la edad jubilación, por una vivienda y por unos servicios públicos dignos, por la reducción del tiempo de trabajo sin rebaja salarial, por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, …
Desde el inicio de la crisis sanitaria de la COVID, la clase trabajadora está viendo cómo la aparición de una pandemia mundial se utiliza de excusa, tanto a nivel del gobierno andaluz, como del gobierno central, para eliminar, una vez más, derechos laborales y sociales, para seguir empobreciéndonos, mientras que aquellos que nos explotan permanecen con sus privilegios intactos, recibiendo incluso millones de euros en ayudas públicas.
Otro año más con motivo del 1º de Mayo, los sindicatos de clase combativos CGT, SAT y USTEA aunamos nuestras fuerzas y salimos a la calle en defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, poniendo en el centro de la movilización reivindicaciones como la derogación de las reformas laborales, de la ley mordaza, por las pensiones públicas, por la reducción de la edad jubilación, por una vivienda y por unos servicios públicos dignos, por la reducción del tiempo de trabajo sin rebaja salarial, por la igualdad salarial entre hombres y mujeres, …
Desde el inicio de la crisis sanitaria de la COVID, la clase trabajadora está viendo cómo la aparición de una pandemia mundial se utiliza de excusa, tanto a nivel del gobierno andaluz, como del gobierno central, para eliminar, una vez más, derechos laborales y sociales, para seguir empobreciéndonos, mientras que aquellos que nos explotan permanecen con sus privilegios intactos, recibiendo incluso millones de euros en ayudas públicas.
Desde Andalucía vemos todavía más crecidas las diferencias y la brecha económica que se ahonda y profundiza con la llegada de la Crisis sanitaria.
Las clases privilegiadas aguantan el tirón del parón de la economía, con la riqueza acumulada por la apropiación de nuestro trabajo, como demuestran los enormes beneficios de las grandes empresas del IBEX-35, mientras el resto nos vemos abocados/as a depender de ayudas estatales en el mejor de los casos, o a la ya conocida cola de paro y cola del hambre en la inmensa mayoría -que en nuestra tierra adquiere proporciones dantescas y que nos condena a seguir estando en las últimas posiciones en cuanto a beneficios y desarrollo social-. Con los barrios obreros sumidos en una economía absolutamente precarizada, sin contratos ni derechos laborales, la imposibilidad de trabajar durante tanto tiempo nos ha condenado una vez más a la pobreza extrema.
Esta situación ha afectado en mayor medida al trabajo feminizado de cuidados, ya que una inmensa mayoría del mismo se realiza en precario, al margen de los derechos laborales que dan cobertura legal ante estas situaciones, lo que ha aumentado aún más las desigualdades económicas entre mujeres y hombres.

Frente a esto, todavía siguen sin derogarse las reformas laborales, mientras Los ERTES, que se han vendido como una medida en defensa de la clase trabajadora, han quedado a voluntad del empresario, siendo un recurso a su servicio para ahorrarse costes pagados con dinero público. Y por si fuera poco, muchos de estos ERTES por supuesto están convirtiéndose en ERES, agudizando la crisis que se nos viene encima si no le ponemos remedio con la única herramienta posible: nuestra lucha.
Es absolutamente inaplazable que se pongan en marcha las medidas necesarias destinadas a paliar y revertir esta situación, impidiendo que sea una vez más la clase trabajadora la que pague, como ya está haciendo, las consecuencias de una crisis económica. Crisis que es intrínseca al sistema capitalista y de la que no saldremos sin enfrentarnos a los intereses de los que acaparan la riqueza.
Ante esto, la paz social no puede ser la respuesta y el sindicalismo de concertación ha demostrado sobradamente su complicidad con el desmantelamiento del Estado social y la pauperización y pérdida de derechos de amplios sectores sociales. Es necesaria, por tanto, una fuerte contestación social de la clase trabajadora, tal como está sucediendo en la actualidad en empresas como Tubacex, en huelga desde hace más de dos meses o en Airbus, con el anunciado cierre de la planta de Puerto Real con el beneplácito de los gobiernos andaluz y central. La movilización por el 1º de Mayo debe servir también para apoyar de manera concreta estas luchas.
Aquellos trabajadores/as cuyos salarios han disminuido o desaparecido, deben quedar libres de pagar hipotecas, alquileres, impuestos, recibos de agua, gas y electricidad. No debemos nada a nadie, la economía nace y muere en la fuerza de nuestro trabajo. Que paguen los mismos que se han apropiado de él en vez aumentar la distancia social por enésima vez. Movilicémonos por un verdadero reparto de la riqueza.
Es necesario asegurar unos servicios sociales públicos y dignos para todos y todas, con capacidad de respuesta ante las situaciones de necesidad de todas las personas que viven en una comunidad. Sanidad, Educación, Vivienda, Suministros Básicos, etc. deben ser considerados como derechos intocables que aseguren una mínima equidad social hasta que la Clase Trabajadora conduzca a Andalucía a un sistema económico y político que nos permita disponer de Soberanía para poder ser «socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres». Huir de la beneficencia y las soluciones paternalistas, estableciendo un verdadero sistema público de protección social, bajo el control de la clase trabajadora, los recursos nos pertenecen porque nosotros y nosotras los generamos. Rechazamos toda forma de privatización de los servicios públicos, ya sean externalizaciones o concertaciones, que sólo sirven para recortarlos, degradarlos, precarizar los puestos de trabajo y las condiciones laborales y crear mayores desigualdades, mercantilizando los derechos básicos y propiciando el beneficio de unos pocos. Es preciso aumentar ostensiblemente la inversión en empleo público en todos los sectores de la administración. Los recortes en sanidad y la privatización de las residencias de mayores están en el origen de muchas muertes durante la pandemia, de las que nadie se hace responsable.
Los sectores sanitario y educativo, dos de los más feminizados, se han mostrados como imprescindibles y esenciales para la sociedad sin que esto haya tenido repercusiones reales en las condiciones laborales de las trabajadoras que los desarrollan. Más allá de los aplausos en los balcones y el reconocimiento formal a su labor, ambos sectores tienen una infravaloración social que se traduce en menores salarios y mayor temporalidad que otros sectores de los servicios públicos que se encuentran masculinizados. Las trabajadoras queremos que se valore el impacto público y social de nuestro trabajo y que se traduzca en derechos laborales consolidados.
No vamos a permitir que se trafique con los derechos de nuestros/as hijos/as como se ha hecho durante la pandemia. Los niños y las niñas de la clase trabajadora no pueden verse en la situación de no poder estudiar por no tener medios tecnológicos a su alcance, recordándonos una vez más que la educación gratuita nunca estuvo garantizada. Los recursos educativos deben ser de la escuela pública, y deben garantizar el acceso de todos/as en condiciones de igualdad. Los recortes en la educación pública contribuyen a la desigualdad y a la segregación, propiciando el fortalecimiento del sector privado que ve en la educación una fuente de negocio y de selección social. Todo lo que no sea invertir en la educación pública es robarnos el futuro.

Otro sector que necesita indispensablemente nuestra defensa es el de los trabajadores y trabajadoras del Sector Primario: reconocer los derechos de los jornaleros y de todas y todos los trabajadores del Campo los almacenes y la mar, huyendo de modelos como el que representa la agricultura intensiva capitalista que asegura inmensos beneficios para unos pocos, pero cada vez ocupa menos manos y condena al medio rural a la ruina vaciando los pueblos de Andalucía y negándoles el necesario e irrenunciable futuro que aporta un desarrollo sostenible apuntalado sobre una explotación agro-ecológica y una que asegure la soberanía alimentaria partiendo de una explotación racional de los recursos agrícolas y marinos. Hay que acabar con la odiosa realidad de los subsidios para crear empleo sostenible y respetuoso con el Medioambiente para asegurar el futuro de nuestras hijas e hijos en el mundo rural.
El sistema económico se ha apoyado, como siempre lo hace, pero especialmente en momentos de crisis, sobre la base de un sistema de cuidados, desarrollado fundamentalmente por las mujeres. Se da por hecho que las mujeres debemos soportar el peso del cuidado de nuestros/as pequeños/as y de las personas mayores, recortando y privatizando todos los recursos públicos de cuidado (con consecuencias especialmente dramáticas, como el caso de las residencias) y traspasando directamente esa carga a las mujeres, como si el sostenimiento de la vida no fuese una responsabilidad social.
La postración y el papel asignado a Andalucía, como fuente y mina del extractivismo humano, material, económico y de recursos naturales a que nos somete el Capitalismo y las políticas neoliberales que aplican los gobiernos -ora socialdemócratas, ora liberales- a su servicio, condena a nuestros jóvenes al desempleo, cuando no a la interinidad del infraempleo o la emigración forzosa y al conjunto de andaluzas y andaluces a una subsistencia miserable sin un futuro de progreso social que nos permita vivir y trabajar en nuestra tierra.
Por supuesto nada de todo esto sería posible si no hubiese ido acompañado de una fuerte criminalización de la protesta, ayudándose para ello de una ley mordaza que todavía sigue sin ser derogada. Vendiendo en los medios de comunicación el miedo a las movilizaciones, acusándonos de irresponsables por organizar movilizaciones porque nos quieren en casa callados/as y desorganizados/as mientras nos lo quitan todo.
Por eso, es imprescindible una clase trabajadora fuerte, organizada y sin miedo. No les compramos el discurso de que todos estamos juntos en esto, mientras somos la mayoría quienes perdemos y unos pocos los que se benefician. Es urgente imponer mediante la movilización un programa de urgencia social que responda a las necesidades de los/as trabajadoras y de la juventud. Las políticas de los gobiernos actuales no van en ese sentido. Es urgente revertirlas. En el caso contrario seguirá creciendo la derecha y la extrema derecha que ya se atreve incluso con convocar manifestaciones el 1º de mayo. Que no nos engañen, la extrema derecha siempre ha defendido los intereses de los más ricos dividiendo a nuestra clase entre nativos y extranjeros.
Con pandemia o sin pandemia, la lucha de clases continúa y la clase trabajadora sólo podrá autoemanciparse enfrentándose a quienes hacen posible este sistema injusto y criminal.
Desde Andalucía vemos todavía más crecidas las diferencias y la brecha económica que se ahonda y profundiza con la llegada de la Crisis sanitaria.
Las clases privilegiadas aguantan el tirón del parón de la economía, con la riqueza acumulada por la apropiación de nuestro trabajo, como demuestran los enormes beneficios de las grandes empresas del IBEX-35, mientras el resto nos vemos abocados/as a depender de ayudas estatales en el mejor de los casos, o a la ya conocida cola de paro y cola del hambre en la inmensa mayoría -que en nuestra tierra adquiere proporciones dantescas y que nos condena a seguir estando en las últimas posiciones en cuanto a beneficios y desarrollo social-. Con los barrios obreros sumidos en una economía absolutamente precarizada, sin contratos ni derechos laborales, la imposibilidad de trabajar durante tanto tiempo nos ha condenado una vez más a la pobreza extrema.
Esta situación ha afectado en mayor medida al trabajo feminizado de cuidados, ya que una inmensa mayoría del mismo se realiza en precario, al margen de los derechos laborales que dan cobertura legal ante estas situaciones, lo que ha aumentado aún más las desigualdades económicas entre mujeres y hombres.
Frente a esto, todavía siguen sin derogarse las reformas laborales, mientras Los ERTES, que se han vendido como una medida en defensa de la clase trabajadora, han quedado a voluntad del empresario, siendo un recurso a su servicio para ahorrarse costes pagados con dinero público. Y por si fuera poco, muchos de estos ERTES por supuesto están convirtiéndose en ERES, agudizando la crisis que se nos viene encima si no le ponemos remedio con la única herramienta posible: nuestra lucha.
Es absolutamente inaplazable que se pongan en marcha las medidas necesarias destinadas a paliar y revertir esta situación, impidiendo que sea una vez más la clase trabajadora la que pague, como ya está haciendo, las consecuencias de una crisis económica. Crisis que es intrínseca al sistema capitalista y de la que no saldremos sin enfrentarnos a los intereses de los que acaparan la riqueza.
Ante esto, la paz social no puede ser la respuesta y el sindicalismo de concertación ha demostrado sobradamente su complicidad con el desmantelamiento del Estado social y la pauperización y pérdida de derechos de amplios sectores sociales. Es necesaria, por tanto, una fuerte contestación social de la clase trabajadora, tal como está sucediendo en la actualidad en empresas como Tubacex, en huelga desde hace más de dos meses o en Airbus, con el anunciado cierre de la planta de Puerto Real con el beneplácito de los gobiernos andaluz y central. La movilización por el 1º de Mayo debe servir también para apoyar de manera concreta estas luchas.
Aquellos trabajadores/as cuyos salarios han disminuido o desaparecido, deben quedar libres de pagar hipotecas, alquileres, impuestos, recibos de agua, gas y electricidad. No debemos nada a nadie, la economía nace y muere en la fuerza de nuestro trabajo. Que paguen los mismos que se han apropiado de él en vez aumentar la distancia social por enésima vez. Movilicémonos por un verdadero reparto de la riqueza.
Es necesario asegurar unos servicios sociales públicos y dignos para todos y todas, con capacidad de respuesta ante las situaciones de necesidad de todas las personas que viven en una comunidad. Sanidad, Educación, Vivienda, Suministros Básicos, etc. deben ser considerados como derechos intocables que aseguren una mínima equidad social hasta que la Clase Trabajadora conduzca a Andalucía a un sistema económico y político que nos permita disponer de Soberanía para poder ser «socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres». Huir de la beneficencia y las soluciones paternalistas, estableciendo un verdadero sistema público de protección social, bajo el control de la clase trabajadora, los recursos nos pertenecen porque nosotros y nosotras los generamos. Rechazamos toda forma de privatización de los servicios públicos, ya sean externalizaciones o concertaciones, que sólo sirven para recortarlos, degradarlos, precarizar los puestos de trabajo y las condiciones laborales y crear mayores desigualdades, mercantilizando los derechos básicos y propiciando el beneficio de unos pocos. Es preciso aumentar ostensiblemente la inversión en empleo público en todos los sectores de la administración. Los recortes en sanidad y la privatización de las residencias de mayores están en el origen de muchas muertes durante la pandemia, de las que nadie se hace responsable.
Los sectores sanitario y educativo, dos de los más feminizados, se han mostrados como imprescindibles y esenciales para la sociedad sin que esto haya tenido repercusiones reales en las condiciones laborales de las trabajadoras que los desarrollan. Más allá de los aplausos en los balcones y el reconocimiento formal a su labor, ambos sectores tienen una infravaloración social que se traduce en menores salarios y mayor temporalidad que otros sectores de los servicios públicos que se encuentran masculinizados. Las trabajadoras queremos que se valore el impacto público y social de nuestro trabajo y que se traduzca en derechos laborales consolidados.
No vamos a permitir que se trafique con los derechos de nuestros/as hijos/as como se ha hecho durante la pandemia. Los niños y las niñas de la clase trabajadora no pueden verse en la situación de no poder estudiar por no tener medios tecnológicos a su alcance, recordándonos una vez más que la educación gratuita nunca estuvo garantizada. Los recursos educativos deben ser de la escuela pública, y deben garantizar el acceso de todos/as en condiciones de igualdad. Los recortes en la educación pública contribuyen a la desigualdad y a la segregación, propiciando el fortalecimiento del sector privado que ve en la educación una fuente de negocio y de selección social. Todo lo que no sea invertir en la educación pública es robarnos el futuro.

Otro sector que necesita indispensablemente nuestra defensa es el de los trabajadores y trabajadoras del Sector Primario: reconocer los derechos de los jornaleros y de todas y todos los trabajadores del Campo los almacenes y la mar, huyendo de modelos como el que representa la agricultura intensiva capitalista que asegura inmensos beneficios para unos pocos, pero cada vez ocupa menos manos y condena al medio rural a la ruina vaciando los pueblos de Andalucía y negándoles el necesario e irrenunciable futuro que aporta un desarrollo sostenible apuntalado sobre una explotación agro-ecológica y una que asegure la soberanía alimentaria partiendo de una explotación racional de los recursos agrícolas y marinos. Hay que acabar con la odiosa realidad de los subsidios para crear empleo sostenible y respetuoso con el Medioambiente para asegurar el futuro de nuestras hijas e hijos en el mundo rural.
El sistema económico se ha apoyado, como siempre lo hace, pero especialmente en momentos de crisis, sobre la base de un sistema de cuidados, desarrollado fundamentalmente por las mujeres. Se da por hecho que las mujeres debemos soportar el peso del cuidado de nuestros/as pequeños/as y de las personas mayores, recortando y privatizando todos los recursos públicos de cuidado (con consecuencias especialmente dramáticas, como el caso de las residencias) y traspasando directamente esa carga a las mujeres, como si el sostenimiento de la vida no fuese una responsabilidad social.
La postración y el papel asignado a Andalucía, como fuente y mina del extractivismo humano, material, económico y de recursos naturales a que nos somete el Capitalismo y las políticas neoliberales que aplican los gobiernos -ora socialdemócratas, ora liberales- a su servicio, condena a nuestros jóvenes al desempleo, cuando no a la interinidad del infraempleo o la emigración forzosa y al conjunto de andaluzas y andaluces a una subsistencia miserable sin un futuro de progreso social que nos permita vivir y trabajar en nuestra tierra.
Por supuesto nada de todo esto sería posible si no hubiese ido acompañado de una fuerte criminalización de la protesta, ayudándose para ello de una ley mordaza que todavía sigue sin ser derogada. Vendiendo en los medios de comunicación el miedo a las movilizaciones, acusándonos de irresponsables por organizar movilizaciones porque nos quieren en casa callados/as y desorganizados/as mientras nos lo quitan todo.
Por eso, es imprescindible una clase trabajadora fuerte, organizada y sin miedo. No les compramos el discurso de que todos estamos juntos en esto, mientras somos la mayoría quienes perdemos y unos pocos los que se benefician. Es urgente imponer mediante la movilización un programa de urgencia social que responda a las necesidades de los/as trabajadoras y de la juventud. Las políticas de los gobiernos actuales no van en ese sentido. Es urgente revertirlas. En el caso contrario seguirá creciendo la derecha y la extrema derecha que ya se atreve incluso con convocar manifestaciones el 1º de mayo. Que no nos engañen, la extrema derecha siempre ha defendido los intereses de los más ricos dividiendo a nuestra clase entre nativos y extranjeros.
Con pandemia o sin pandemia, la lucha de clases continúa y la clase trabajadora sólo podrá autoemanciparse enfrentándose a quienes hacen posible este sistema injusto y criminal.
_manifiesto1ºMayoGranada_CGT_SAT_USTEA_Marchas_2021
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