Este 8 de Marzo, día Internacional de la mujer trabajadora, los sindicatos de clase y combativos, SAT, CNT-AIT, CGT, USTEA y USE volvemos a juntar nuestras fuerzas y salimos a las calles una vez más para reivindicar nuestros derechos como mujeres trabajadoras y para luchar contra toda situación de opresión y explotación que vivimos como clase bajo el sistema capitalista en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Nos sobran los motivos para volver a las calles. La crisis social y sanitaria en la que nos encontramos está golpeando duramente al conjunto de la clase trabajadora. El 2020 termina en Andalucía con casi un millón de parados más, lo que supone una tasa de paro del 23%, de las más altas del Estado. Algo que ha afectado de forma más dura a las mujeres obreras. La tasa de paro femenino en nuestra tierra alcanza la cifra de 27%, en comparación con la masculina de un 19%. De nuevo esta crisis evidencia la situación de precariedad laboral y desigualdad en los sectores más feminizados.
Además, debemos tener en cuenta que en estos datos no se contabilizan las trabajadoras en situación actual de ERTE, que muy posiblemente se sumarán a las cifras del paro, lo que indica que la situación es bastante peor. También se quedan fuera de los datos todos aquellos trabajos no regularizados de miles de mujeres empleadas en hogares o sin contratos.
Además del paro, también la precariedad la sufrimos nosotras de forma más intensa. La brecha salarial entre hombres y mujeres, en Andalucía es de un 24,4%, el 74% de los contratos a tiempo parcial son desempeñados por mujeres, y en los últimos años el 70 % de las mujeres reciben una pensión por debajo del Salario Mínimo Interprofesional. Esto se debe precisamente al sistema capitalista y a su división sexual del trabajo que, en consecuencia, nos deja a nosotras las tareas domésticas y de cuidados, aquellas que tienen que ver con la reproducción. Evidenciando que, sin la destrucción de este sistema económico actual, no conseguiremos desmontar las opresiones que cualquier mujer obrera sufre dentro y fuera de la familia o de su puesto de trabajo. El paro y nuestra precariedad son inherentes al capitalismo.
Por otra parte, la crisis sanitaria también ha puesto encima de la mesa la importancia de muchos trabajos invisibilizados pero que son esenciales para el mantenimiento de la vida y nuestra sociedad. Los empleos de la rama sanitaria y de cuidados esenciales, sobre todo en enfermería, residencias y cuidados de asistencia en general están desempeñados por mujeres (84%) las cuales ponen en riesgo su salud al estar en los trabajos más críticos de la pandemia. Esto también puede verse en la situación de sobre explotación y extrema precariedad de dependientas, limpiadoras y compañeras jornaleras en el campo, las cuales además son en su mayoría inmigrantes. Se pone así de manifiesto la vulnerabilidad de las mujeres obreras en los periodos de crisis.
Además, los datos muestran cómo nos incorporamos al mercado laboral en las peores condiciones de empleo debido al rol de cuidadoras asignado que nos obliga a llevar el peso del conjunto de trabajos reproductivos, realizando así un trabajo invisibilizado, no remunerado y relegándonos a una categoría secundaria o de doble jornada laboral, no reconocida. A la situación actual de crisis provocada por la pandemia se suman las reformas y las políticas de privatizaciones y recortes en servicios públicos, fundamentalmente en sanidad y educación que venimos sufriendo durante años y que han recaído especialmente sobre las mujeres viéndose forzadas a asumir esas tareas en la casa y siendo las mayores víctimas de despidos, de los recortes en servicios públicos pero también de las reformas laborales y de pensiones.
En ese sentido las mujeres jóvenes sufren la mayor tasa de paro, esto repercute en su situación directamente, son relegadas a trabajos sin contratación legal o con contratos basura. No es coincidencia que la mayoría de estudiantes se dediquen parcialmente al sector servicios o a cubrir puestos temporales en el campo. Las universitarias, además, son actualmente uno de los sectores en los que más ha aumentado la tasa de prostitución, esto demuestra que los estudios post obligatorios no son accesibles para todas y que precisamente en estos tiempos de pandemia ninguna institución universitaria ha tomado medidas económicas eficaces para paliar esta situación.
Actualmente seguimos en periodo on line en casi todas las universidades andaluzas, un tipo de enseñanza que no se ajusta a las necesidades de muchas estudiantes de clase obrera que no pueden conciliar o a las que la brecha tecnológica no les permite estudiar adecuadamente.
En este sentido, el teletrabajo y “telecole”, ha llegado para quedarse, presentándose por parte de gobiernos y patronal como una medida para la conciliación familiar. Esta medida ha supuesto un gran retroceso en derechos con un aumento descontrolado del horario laboral invadiendo el ámbito de lo privado, provocando un aumento significativo de situaciones de ansiedad, estrés y demás problemáticas psico-emocionales, principalmente en las mujeres, que han tenido que desempeñar las dos jornadas laborales (la productiva y la de cuidados) en el mismo espacio y al mismo tiempo. Esta situación de teletrabajo desregulado está suponiendo, además, situaciones de gran aislamiento pues elimina por completo los espacios de socialización del ámbito laboral, dificultando cuando no impidiendo que se establezcan lazos y relaciones de compañerismo, apoyo y solidaridad, cuestiones básicas para poder organizarse y desarrollar una acción sindical colectiva.
En esta situación, tanto el gobierno de la Junta de Andalucía como el gobierno estatal no han tomado medidas suficientes para solucionar la problemática, todo lo contrario.
Muchas de las promesas del gobierno central se han quedado por el camino y las medidas adoptadas ante la situación van en la línea de salvar a las empresas a costa del conjunto de la clase trabajadora y más concretamente de las mujeres trabajadoras. No se han parado los desahucios, ni los despidos, ni se han tomado medidas reales para asegurar la conciliación de los cuidados, las ayudas a las empleadas del hogar, en su mayoría inmigrantes, han sido totalmente insuficientes, y no han respondido a la realidad de todas las trabajadoras sin contratos que han quedado totalmente excluidas de toda ayuda; ni siquiera se han puesto medios adicionales para hacer frente de forma urgente a la situación a la que se llevaba a cientos de mujeres: la de confinarlas con sus agresores y violadores.
Asimismo, debemos señalar las situaciones de violencias a las que se enfrenta el colectivo trans diariamente. Muchas, la gran mayoría de clase obrera, son expulsadas de espacios de lucha y rechazadas ante los sectores más reaccionarios de la población. No podemos olvidar que representan un porcentaje muy alto de mujeres silenciadas, torturadas y sobrexplotadas, siendo en muchos casos su única vía de supervivencia la prostitución. Debemos señalar que si bien la propuesta de ley trans representa un avance para los derechos del colectivo, no significará el fin de la precariedad y discriminación hacia nuestras compañeras. Solo mediante la organización y la lucha podremos hacer conquista de todos los derechos que necesitamos como mujeres obreras, cis o trans.
Por todo esto, desde las calles y organizadas continuaremos exigiendo: acabar con la brecha salarial y con las jornadas parciales impuestas, así como medidas reales para la conciliación familiar, socialización de los trabajos de cuidados (escuelas infantiles desde los 0 años, centros de mayores, comedores y residencias públicas y gratuitas); la derogación de las reformas laborales que nos precarizan aún más, garantizar las pensiones y su aumento, especialmente de las pensiones no contributivas que son percibidas en su mayoría por mujeres; por una educación pública, gratuita, feminista y para todas, por unos protocolos anti acoso eficaces, por una sanidad pública y gratuita donde se garanticen todos los derechos sexuales y reproductivos, como el derecho al aborto libre y el, derecho a la libre autodeterminación de género, el cierre de los CIES, la derogación de la ley de extranjería que condena a nuestras compañeras inmigrantes , y medias reales para terminar con la violencia machista.
El próximo 8 de marzo reivindicamos un feminismo de clase y saldremos a la calle defendiendo un feminismo que cuestione las limitaciones que conlleva la vía institucional, que no es más que un lavado de cara de las instituciones del Estado y de aquellos partidos que velan por los intereses de la burguesía. Entendiendo que las reivindicaciones y la lucha de las mujeres trabajadoras deben ser la lucha del conjunto de la clase trabajadora y que sólo la autoorganización, las huelgas y la movilización contra este sistema que nos oprime y explota permitirán una verdadera liberación de las mujeres.
¡NI PATRIARCADO NI CAPITAL! ¡MUJERES OBRERAS EN LUCHA!
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