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Hace 40 años cientos de miles de andaluzas y andaluces salimos a las calles para luchar pacíficamente por lo que se nos quería negar: el reconocimiento de Andalucía como nacionalidad histórica y nuestro derecho al autogobierno. El 4 de diciembre de 1977 nos rebelamos contra el statuquo que las oligarquías del Estado español trataban de imponernos tras el franquismo.

40 años después, constatamos que esa posibilidad de autogobierno conquistada con la lucha y refrendada con el voto un 28 de febrero se esfumó por la acción y omisión del régimen político del PSOE en la Junta, por las medidas recentralizadoras de los gobiernos del PP y por las imposiciones antidemocráticas de la UE. La situación de Andalucía a 40 años de aquel día de lucha sigue siendo de subordinación política, dependencia económica y expolio cultural.

Subordinación política de la Junta de Andalucía del PSOE, al Estado español y a la UE, promotores y defensores del cierre de nuestras industrias y del modelo basado en el extractivismo minero, en la agricultura esquilmadora e insostenible y en la especialización en el turismo, que envenena nuestro medio ambiente, nuestras costas, nuestras ciudades y pone en peligro nuestros más preciados tesoros naturales: ¡fuera Gas Natural de Doñana! ¡Doñana no se toca!

Un modelo en el que cada vez tienen más poder los grandes monopolios y las multinacionales, quienes se apropian de nuestras riquezas y nuestro trabajo a cambio de salarios de miseria y de explotación, un modelo que nos perpetúa como temporeros del campo y el turismo, que empuja a cientos de miles de andaluces y andaluzas a la pobreza y, cada vez más, como tantas veces en nuestra historia, a la emigración ante la falta de esperanza en un futuro digno en nuestra tierra.

Esta realidad afecta especialmente a las mujeres andaluzas, que sufren no solo la explotación capitalista, sino además el peso de los cuidados familiares y las múltiples violencias del patriarcado: las mujeres andaluzas somos maltratadas, ninguneadas y asesinadas pese al “paternalismo institucional”, pues el Estado no cuestiona la raíz del problema, y es cómplice de estas violencias como en el caso de Juana Rivas. El patriarcado campa a sus anchas en Andalucía como hemos podido ver con la campaña de los autobuses del odio lanzada para criminalizar a aquellas que cuestionan la norma; un ataque más que se acumula a las violencias constantes que sufre el colectivo LGTBI.

La subordinación política de Andalucía a la UE y a la Troika se manifiesta en recortes de nuestros servicios públicos, de nuestros derechos sociales y laborales y de la autonomía y recursos de los Ayuntamientos. Recortes que sólo atienden a los intereses de la banca, a quienes el Gobierno del PP ha regalado 40 mil millones de euros previamente recortados en sanidad, educación, dependencia y servicios sociales.

Asimismo, dicha subordinación política supone el uso de nuestra tierra como plataforma de agresión de EEUU y la OTAN contra los pueblos de Oriente Próximo y África. No nos cansaremos de luchar: ¡OTAN no, bases fuera! Andalucía es tierra de paz y convivencia. Somos un pueblo solidario y abierto que rechaza la guerra, el terrorismo, la islamofobia y el racismo. Ahora más que nunca tenemos que ser un ejemplo de fraternidad entre todos los pueblos a las dos orillas del Mediterráneo.

No podemos olvidar los asesinatos de Blas Infante y de Manuel José García Caparrós por parte del fascismo porque pasan las décadas y sigue sin haber verdad, justicia y reparación Volvemos a exigir la anulación de la condena franquista del padre de la Patria andaluza y la publicación integran de las actas de la comisión del Congreso sobre el asesinato de Caparrós, no la vergonzosa versión proporcionada por el gobierno del PP que sigue protegiendo a sus verdugos.

Por todo esto, 40 años después, volvemos a salir a la calle para reclamar soberanía para resolver nuestros problemas, para defender nuestros derechos, para dejar de ser un país dependiente y subalterno, para terminar con el régimen político que se instauró en la Junta de Andalucía. Reclamar soberanía para construir nuestro futuro.

Lo hacemos en un momento en que el debate sobre el modelo territorial puede cerrarse con una reforma constitucional pactada entre las diversas oligarquías del Estado español, reforma en la que Andalucía corre el riesgo de quedar peor que hace 40 años: no vamos a consentir la anulación de los derechos colectivos y el autogobierno del pueblo andaluz.

 

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