El pasado sábado 15 de mayo, militantes de SORTU descolgaban una pancarta en Granada desde la azotea de la empresa farmacéutica LAB0RATORIOS ROVI, exigiendo «vacunas para todos» y exigiendo la liberalización de las patentes dentro de la campaña desarrollada por esta organización vasca, .
En plena pandemia COVID, la historia parece repetirse: un abierto enfrentamiento entre quienes apoyan los derechos de propiedad intelectual en los medicamentos y los que piden acceso a fármacos más baratos para salvar vidas.
Ya ocurrió en 1998 cuando África se vio azotada por la epidemia de VIH y varios gobiernos del continente estaban pidiendo retirar las patentes de las farmacéuticas para poder obtener las medicinas que podían prevenir el Sida y evitar muertes.
Los países ricos, donde están basadas las farmacéuticas que producían esos fármacos, se negaron.
Y los costosos medicamentos antirretrovirales -que desde 1996 estaban disponibles en los países desarrollados- tardaron 10 años en llegar a los países de bajos ingresos a un precio accesible para todos.
Varios países de bajos y medianos ingresos están pidiendo a la Organización Mundial de Comercio (OMC) -el organismo que rige los acuerdos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio-, que se establezca una exención de estos derechos para poder producir masivamente y de forma accesible las vacunas de covid-19.
En efecto los expertos aseguran que para detener esta pandemia global se requiere de una respuesta global porque no se puede acabar con la crisis si sólo unos cuantos países tienen a su población vacunada de forma masiva.
Es por eso que se han presentado propuestas para que las farmacéuticas suspendan temporalmente las patentes de sus vacunas y compartan su conocimiento tecnológico para poder acabar con lo que los expertos llaman «apartheid de vacunas».
¿Qué son las patentes?
Las patentes protegen la propiedad intelectual de un producto para que no pueda copiarse.
En la industria farmacéutica, cuando se descubre y desarrolla un medicamento, la empresa patenta su descubrimiento para que nadie más pueda fabricarlo.
Esto le permite controlar el precio y la producción, lo que a su vez puede generar precios elevados y medicamentos que son inaccesibles para los más pobres.
Una de las propuestas para acelerar la producción de vacunas, diseñada por la OMS, es el llamado C-TAP (Acceso Mancomunado a la Tecnología contra la covid-19).
Este es un mecanismo global para compartir de forma voluntaria conocimientos, datos y propiedad intelectual de tecnologías sanitarias para la lucha contra covid.
El C-Tap fue creado por la OMS en junio de 2020 y unos 40 países lo suscriben, pero como explica Raquel González, responsable de relaciones externas de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), el programa hasta ahora ha tenido muy pocas respuestas.
«Al día de hoy no se ha compartido ninguna tecnología. No se ha compartido nada. Es decir la cartera de productos en el C-Tap está a cero», señala González.
«Fue una iniciativa que de manera indirecta permitiría un aumento de la fabricación, particularmente en los países en desarrollo, pero ha tenido nula respuesta por parte de la industria farmacéutica, que en este caso es la titular de las patentes», agrega González.
La otra forma de hacer que las farmacéuticas compartan sus tecnologías es la que presentaron Sudáfrica e India a la Organización Mundial de Comercio para suspender los derechos de propiedad intelectual de las vacunas mientras dure la pandemia.
El objetivo, explica Raquel González, es facilitar la transferencia de tecnología y el conocimiento científico para que los países en desarrollo puedan aumentar la producción de vacunas y hacerlas accesibles a sus poblaciones.
«Lo que plantean India y Sudáfrica es que hay laboratorios farmacéuticos y hay fábricas de producción que se podrían poner en marcha si se compartiera el conocimiento . Si no se comparte el conocimiento ahora mismo las únicas compañías que pueden fabricar la vacuna son las que tienen la patente», señala.

¡Vacunas para el pueblo!
( Artículo extraído del diario GARA -NAIZ).
Debemos gritar a los cuatro vientos que las vacunas son del pueblo, un derecho de las personas de todos los continentes del mundo. Llamamos a las autoridades europeas a liberar las patentes de las vacunas.
Las imágenes que nos llegan de la India nos inquietan en los últimos días, golpeando con fuerza nuestra sensibilidad. El mundo está afectado por la pandemia del capitalismo. El sistema capitalista nos presenta su cara más oscura: colapso ecológico, económico y de civilización. Consecuencias de su lógica de acumulación son, tanto la expansión violenta del covid-19 como la gestión economicista de la pandemia. Al fin y al cabo, el modelo de desarrollo del capitalismo es una especie de virus para nuestro planeta.
La concentración económica, la globalización y la mercantilización están en la base de las guerras, catástrofes económicas y financieras, sanitarias y ecológicas que padecemos en la actualidad. Hemos vuelto a niveles de incertidumbre que no vivíamos hace mucho tiempo, especialmente en las naciones de Europa y del Norte de América. Este tipo de catástrofes pandémicas son más comunes en los países del Sur, donde la ausencia de infraestructuras y servicios públicos hacen que cualquier contratiempo se convierta en un cataclismo.
Es una opinión cada vez más extendida que la crisis sanitaria global se está convirtiendo en un acelerador de tendencias sociales, ideológicas y económicas. Las desigualdades sociales han aumentado y se han hecho más visibles debido a la pandemia, tanto a nivel global como en el seno de los sectores sociales de los diferentes países, aumentando la brecha existente y empujando a miles de ciudadanas al abismo de la pobreza. También debemos ser conscientes de que algunos sectores han sufrido de forma mucho más directa la crisis sanitaria. Porque la perdida de su trabajo ha tenido efectos inasumibles para su supervivencia económica, pero también porque la propia enfermedad les ha golpeado más directamente, mientras los gobiernos de los países autodenominados «avanzados» miran para otro lado.
Comprender la dimensión social de la pandemia es clave. Si queremos alejarnos de esta lógica capitalista es necesario dar respuesta a las situaciones emergencia económica y social agravadas en esta crisis sanitaria mundial. Poniendo en el centro de la vida el cuidado tanto de personas como del planeta.
Al mismo tiempo, ahora que la enfermedad está matando a millones de personas a nivel mundial, el pensamiento de las autoridades políticas, bancarias y multinacionales sigue sin cambiar. La élite internacional no apuesta por reforzar un sistema de salud público y universal que valore por igual todas las vidas, sino que continúa haciendo negocio con el sufrimiento y el dolor humano. Siguen acumulando capital utilizando la emergencia sanitaria mundial.
La implantación de situaciones de emergencia, en el llamado primer mundo, más que para primar la salud de la ciudadanía, ha sido entendida por las élites políticas y económicas como una oportunidad económica para la transferencia de fondos públicos a empresas privadas. Las farmacéuticas que están produciendo la vacuna contra el covid-19, están siguiendo la lógica mercantil del sistema capitalista, sacando enormes beneficios económicos con la salud de las ciudadanas del mundo.
Pedimos soberanía para Euskal Herria para poder responder a esta crisis sanitaria con todos los recursos y también para poder garantizar la vacunación de todas nuestras ciudadanas. Al mismo tiempo, es necesario profundizar en la solidaridad internacionalista, en voz alta, reforzando el imaginario socialista frente a las desigualdades sociales. Porque la salud es un derecho de todas las personas del mundo; porque las investigaciones financiadas con dinero público son del pueblo; porque querer hacer negocio con la salud de la ciudadanía en medio de una pandemia es un crimen contra los derechos humanos.
Por todo esto, debemos gritar a los cuatro vientos que las vacunas son del pueblo, un derecho de las personas de todos los continentes del mundo. Llamamos a las autoridades europeas a liberar las patentes de las vacunas. Para ello, os animamos a firmar a favor de la campaña que el grupo de izquierda del Parlamento Europeo GUE-NGL esta impulsando a favor de la vacuna gratuita, pública y universal (https://noprofitonpandemic.eu/es/). Porque socializando la producción de vacunas se podrá hacer una distribución justa y equitativa, todavía podemos proteger millones de vidas.
Por último, os animamos a seguir luchando por un mundo más justo. La lógica internacionalista de la izquierda abertzale desde su fundación se ha materializado en una premisa: Hamaika herri, borroka bakarra! Askatasunaren bidean, lehenik herria (¡Once pueblos, una sola batalla! En el camino de la libertad, primero el pueblo).
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