Un año más, CGT, USTEA y SAT, salimos a la calle el 25N, Día Internacional Contra la Violencia Machista, para denunciar la violencia hacia las mujeres en todas sus formas.
Son múltiples los ámbitos donde las mujeres trabajadoras sufrimos la violencia de género ya que el patriarcado, en su alianza con el capitalismo, nos somete a condiciones precarias y de vulnerabilidad tanto laboral como social o familiar.
La conciliación familiar con el ámbito laboral que nos somete a dobles o triples jornadas, la normalización y aceptación de los trabajos precarios (que suelen ir de la mano con los más feminizados) y la falta de ayudas o prestaciones que permitan subsistir dignamente a las mujeres que por sus condiciones laborales o sociales lo tienen más difícil, también son formas de ejerce violencia patriarcal de manera sistemática. Todo esto se perpetúa con la falta de recursos en las políticas y servicios que actúan contra dicha violencia, poniendo al servicio de la ideología patriarcal todo el dispositivo del sistema judicial, de los medios de educación y cultural.
En el escenario al que nos enfrentamos a causa del COVID-19 la discriminación existente se ha visto agravada.
Los trabajos desempeñados mayoritariamente por mujeres y que se adscriben a los cuidados, a la enseñanza, la limpieza o la atención de personas dependientes, trabajos que hemos visto como en estos tiempos de crisis se hacen más necesarios e imprescindibles que nunca, a su vez son los que implican un mayor riesgo de precariedad y de exposición al virus.
Es el sistema el que con sus políticas de recortes y de privatizaciones mantiene la desigualdad que sostiene la violencia machista. Esta violencia que sufrimos las mujeres no es individual, no es “violencia doméstica”, es una violencia estructural hacia las mujeres cuya máxima expresión son las muertes.
Nosotras, mujeres trabajadoras, sufrimos violencia en nuestros puestos de trabajo, somos víctimas del acoso sexual, de la brecha salarial, de la precariedad, de la incertidumbre laboral, de los abusos de poder, de la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados. Y este maltrato se acentúa aún más en los sectores claramente feminizados.
En el ámbito de la administración pública casi todas las solicitudes demandadas a riesgos laborales se han resuelto, por los centros de valoración correspondientes, como riesgo uno, lo cual implica que tendrán que incorporarse a sus puestos de trabajo con medidas básicas de protección a lo que hay que sumar las ratios excesivas y fuera de la legalidad en los centros educativos, que la Junta de Andalucía mantiene de forma sistemática.
La privatización progresiva de los servicios públicos, la no contratación del personal docente necesario para cubrir las necesidades mínimas de la comunidad educativa, la no cobertura de vacantes de personal laboral de la junta de Andalucía y todos los recortes llevados a cabo durante años y años en sanidad o educación, conlleva un aumento de la precariedad laboral, que afecta de manera más acuciante a la mujer.
En los últimos meses, el número de bajas médicas por depresión, estrés o ansiedad ha aumentado considerablemente. Sucede lo mismo con los cuidados y las tareas domésticas en el ámbito privado de las trabajadoras. A esto se añade la incertidumbre de no saber, en algunos casos, si volveremos a recuperar nuestros trabajos precarios.
Por otro lado, observamos sectores como la limpieza o el colectivo de las Kelly´s, donde las mujeres desempeñan una actividad atribuida por el sistema capitalista y patriarcal al género femenino y que, por ende, es infravalorada, convirtiendo a las trabajadoras en víctimas de unas insufribles condiciones laborales que atentan contra su salud y contra la propia dignidad humana.
O como el colectivo de las empleadas del hogar. Triplemente penalizadas por ser mujeres, por ser en gran parte mujeres migrantes y por ocuparse de tareas domésticas de limpieza y cuidado. Estas trabajadoras subsisten en condiciones de cuasi esclavitud que las sume en la pobreza y las somete a la más absoluta precariedad. Trabajadoras muy vulnerables ante laviolencia de género y que a menudo sufren en silencio los abusos y las agresiones machistas que viven en los hogares donde prestan sus servicios debido, ya no solo a la dificultad de presentar pruebas patentes, sino además al enorme miedo a ser despedidas.
Maltrato similar sufren las temporeras. No tenemos que remontarnos mucho en el tiempo para recordar la violenta situación que sufrieron y sufren las mujeres temporeras que viajan hasta Huelva, u otros destinos, para la recogida de la fresa. Abusos sexuales, impagos en sueldos y condiciones insalubres para vivir, son el día a día de muchas mujeres que se ven obligadas a emigrar para poder alimentar a sus familias.
Para muchas mujeres trabajadoras, andaluzas y extranjeras, defender su dignidad supone perder de un solo golpe trabajo y vivienda. Mujeres invisibilizadas, maltratadas por un sistema patriarcal y capitalista que nos necesita calladas y sumisas para soportar la doble, cuando no triple explotación a la que estamos sometidas.
Por último, es necesario hacer mención a la violencia que atenta directamente contra nuestros cuerpos: la explotación sexual de las mujeres, los vientres subrogados, la prohibición del aborto, el acoso laboral y sexual, las violaciones… son la forma más explícita de violencia a la que las mujeres nos vemos sometidas.
Durante la pandemia, muchas mujeres se han visto obligadas a convivir con sus maltratadores, siendo 30 de las 41 mujeres asesinadas a nivel estatal en lo que va de año las que se vieron en esta terrible situación. En Andalucía se han registrado 212 casos de violencia de género en 2020, siendo la región con más asesinatos machistas. En lo que va de año, dos menores y ocho mujeres, dos de ellas en Granada, han sido asesinadas en manos de las parejas o exparejas de éstas.
Por todo ello, hoy salimos a la calle para denunciar estas situaciones que estamos sufriendo y hacemos un llamamiento a la unidad de acción en la lucha contra el patriarcado y el capitalismo. La violencia machista es un problema estructural que afecta al conjunto de la sociedad y nos corresponde a todas ponerle fin a esta lacra social.
Súmate este 25N a la Concentración contra las violencias hacia las mujeres. Te esperamos a las 12 horas en la Caleta.
¡DEMOS UN DURO GOLPE AL MALTRATO! ¡CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA MUJER TRABAJADORA, ORGANIZATE Y LUCHA!
#25NContraLaViolenciaMachista
#25NContraElPatriarcadoYElCapital
#25NLuchaFeministaYDeClase
El manifiesto en PDF:
Debe estar conectado para enviar un comentario.