DE LA FRESA DE HUELVA AL TOMATE DE GRANADA…

Albuñol

LA BRUTAL EXPLOTACIÓN DE TRABAJADORAS Y TRABAJADORES AGRÍCOLAS EN ALBUÑOL-LA RABITA-EL POZUELO (COSTA DE GRANADA).

Desde hace unas semanas vivimos epatados y horrorizados por los abusos laborales y sexuales que padecen las trabajadoras de la fresa de Huelva. Desde el Sindicato Andaluz de Trabajadores y Trabajadoras (SAT) llevamos años denunciando estas atrocidades y, desde Granada, no hace falta más que desplazarse un centenar de kilómetros al sur de la provincia, a la franja litoral: a Albuñol, La Rábita, El Pozuelo…

Fátima es una trabajadora agrícola de Albuñol. Llegó a estas tierras desde Marruecos hace más de una década con su marido y es madre de dos hijos. Ha sufrido tres abortos a causa de las condiciones de trabajo que ha tenido que soportar. También ha visto cómo despedían a su marido cuando ella recriminó al patrón su permanente incumplimiento de la legalidad en materia laboral.

-Si fui yo quien se encaró con el empresario… ¿Por qué nos ha despedido a los dos? –

Muna es una chica joven que lleva unos pocos años trabajando en El Pozuelo. Llegó aquí siguiendo a su familia que se había instalado con anterioridad. Recibe nóminas ilegales y con una de ellas quiso avalar el pago a plazos de un ordenador portátil. En la tienda se rieron en su cara:

Aquí todos sabemos que esas nóminas que os dan son falsas y no sirven para nada.- Le apostilló el comerciante.

Fatou y Awa son amigas. Llegaron procedentes de Senegal y dicen sentir miedo por el trato que les dispensan algunos empresarios agrícolas. Denuncian la doble discriminación que sufren por ser mujeres y peones agrícolas.

Todas ellas sufren unas condiciones de trabajo penosas al igual que el resto de trabajadoras y trabajadores agrícolas de la zona litoral granadina donde la agricultura “bajo plástico” destroza vidas y contamina un ecosistema absolutamente degradado por las prácticas de explotación intensiva a que se ve sometido.

Ellas padecen de manera mucho más feroz por su condición femenina el saqueo constante de sus derechos como trabajadoras y una absoluta falta de respeto a los Derechos Humanos.

También lo sufren ellos: Hassan, AbdelHakim, Mamadou y Abdoulaye. Y, no menos que ellos, lo padecen Angustias y Manuel. (Todos ellos son nombres supuestos aplicados a situaciones y relatos absolutamente ciertos y reales).

La agricultura industrializada, esta actividad, tanto en Albuñol, como en La Rábita y El Pozuelo está degradando y despilfarrando recursos naturales y explotando de manera absolutamente indecente a los trabajadores. A saber: mientras que las grandes cadenas de distribución son las que se llevan los beneficios de la horticultura de la zona, los agricultores ven cada vez menos valorado su producto y son objeto de un crónico y constante abaratamiento de precios que pretenden superar con el aumento e intensificación de unos rendimientos que agotan el medio natural y convierten a los trabajadores agrícolas en los nuevos parias del siglo XXI. Todos los trabajadores asalariados de la zona reciben un tratamiento nefasto por parte de los empresarios agrícolas y las “cooperativas” que controlan el manipulado: contratos fraudulentos (o trabajo sin contrato), jornadas abusivas y semanas de trabajo de lunes a domingo sin descanso, pago de jornales de hasta un 50% por debajo de lo establecido en el convenio colectivo del Campo, impago de salarios y la “mordida1” para pagar unas cotizaciones a la Seguridad Social que finalmente no les pagan; y, en el manipulado, falta de respeto a los horarios, impago de las horas nocturnas y extraordinarias, falta de dotación y ropa de trabajo, disponibilidad diaria ilimitada, listas negras para los que reclaman, etc.

Con la Construcción en pleno decaimiento y la desaparición de las actividades derivadas de la pesca y actividades marítimas todos los recursos giran en torno al sector servicios, el turismo en la zona de playas y en la agricultura y el manipulado de sus productos, pero, en todos los casos con una práctica suicida que va a destrozar, sin ningún género de dudas, el medio natural que estas poblaciones ocupan y comparten, así como la convivencia entre los trabajadores locales (migrantes o no) que padecen una acuciante falta de derechos, recursos económicos dignos y soluciones a la carencia habitacional y otros aspectos sociales que todo esto conlleva. Todo ello ante la mirada complaciente del gobierno municipal de María José Sánchez del PSOE basado en el modelo de la Andalucía Imparable de Susana Díaz.

Junto a todo lo demás está la labor sonrojante de COAG y de su cabeza visible y miembro de la ejecutiva andaluza, Miguel Monferrer, a la sazón concejal del Ayuntamiento del Albuñol por una candidatura “a la izquierda del PSOE”. Desde la ejecutiva de la organización agraria se adoctrina y aconseja a los agricultores cómo defraudar y saquear a los trabajadores, contando para ello con la inestimable colaboración de las gestorías del municipio, a las que, teléfono móvil en mano, cada empresario agrícola se dirige para pongan sobre el papel sus  robos cotidianos.

Para finalizar con el dantesco espectáculo del fraude y el despilfarro nos hallamos con las cooperativas, especialmente con un gigante llamado La Palma, una de las mayores exportadoras de tomate de Europa, y que presume de sus sellos de calidad agrícolas y del respeto a las condiciones laborales de los productores de las hortalizas que comercializan.

Este es el ejemplo de democracia, de justicia y de gestión de recursos que se está aportando desde nuestra Andalucía. Y ante estas prácticas sangrantes, contrarias a cualquier derecho y más aún a los Derechos Humanos, seguimos luchando y no podemos callar.

Paco Cabello.

Es Portavoz Territorial de Granadadel Sindicato Andaluz de Trabajadores y Trabajadoras (SAT)

1 Los empresarios detraen entre 8 a 12 € diarios a los trabajadores agrícolas de su jornal para “hacer frente al pago de las cotizaciones a la Seguridad Social”. Estas cotizaciones, que deberían correr de parte de los empresarios, son literalmente robadas a los trabajadores para, finalmente, no llegarles a cotizar más que unos pocos días por mes que, en la mayoría de los casos, no supera las 5 o 6 jornadas.

 

campo albuñol

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